Todavía no entendemos la geografía del país (de la que el clima es una parte) o más bien, abusamos de ella. Como bien ha dicho Brigitte Baptiste, directora del Instituto Humboldt, la entidad encargada de difundir y preservar los recursos biológicos de Colombia, uno de los países más biodiversos del mundo.
Para ella "Aún no sabemos vivir en Colombia". Estas son algunas de sus frases (El Tiempo, Enero 14 de 2011):
"Nos quejamos de que nos inundamos cuando llueve, de que nos quemamos cuando hace sol, y a todo eso le llamamos 'desastres'... pero aquí siempre estamos pensando en cambiar las condiciones físicas del país para que estas se adapten a nuestros intereses, a un modelo anglosajón que queremos imitar".
"...para el ciudadano promedio, lo ambiental sirve pero si no incomoda, si no reduce los patrones de consumo o no cambia el nivel de vida".
El desconocimiento hoy de nuestra geografía tiene su historia, por eso la referencia de Baptiste al modelo anglosajón. Bueno es recordar la sorpresa de los europeos al llegar hace cinco siglos. Se trastornaron sus conocimientos: ¿Por qué no existen aquí estaciones climáticas como las de allá? Todo daba lugar a curiosas explicaciones y debates intelectuales.
"...para el ciudadano promedio, lo ambiental sirve pero si no incomoda, si no reduce los patrones de consumo o no cambia el nivel de vida".
El desconocimiento hoy de nuestra geografía tiene su historia, por eso la referencia de Baptiste al modelo anglosajón. Bueno es recordar la sorpresa de los europeos al llegar hace cinco siglos. Se trastornaron sus conocimientos: ¿Por qué no existen aquí estaciones climáticas como las de allá? Todo daba lugar a curiosas explicaciones y debates intelectuales.
La diversidad y exotismo de esta geografía fue constante causa de asombro y razón para imaginativas explicaciones sobre por qué no existe aquí el ciclo de estaciones de allá; Juan de Cárdenas escribió en su libro Problemas y Secretos Maravillosos de los Indios publicado en 1591:
"Cosa es por cierto digna de grande admiración y espanto ver más en las Indias que en cualquier otra parte o provincia del mundo, hallarse en menos de media legua, una parte de tierra fría y otra de muy caliente.... negocio este, si bien se considera, no poco arduo y dificultoso... que no poco solícito pone y ha puesto a los filósofos y de que al presente se pide la causa."
La misma inquietud había sentido el Padre José de Acosta, quien en su Historia Natural y Moral de las Indias, publicada en Sevilla en 1590, escribió:
"Confieso que me reí e hice donaire de los meteoros de Aristóteles y de su filosofía viendo que en el lugar y en el tiempo que, conforme a sus reglas, había de arder todo y ser un fuego, yo y todos mis compañeros teníamos frío"
Tras un tiempo los visitantes entendieron que en su cosmovisión, estas tierras hacían parte de la zona tórrida, entonces ubicadas sobre la línea equinoccial o banda ecuatorial, el clima ya no está determinado únicamente por el sol. Así, aunque sin variaciones estacionales, por la variedad de suelos y altitudes, pueden coexistir aquí en la misma época del año, todos los climas: tierras templadas en las vertientes de las cordilleras, zonas frías con páramos vestidos de frailejones y hasta picos nevados, regiones desérticas, zonas lacustres, sabanas semiáridas y extensas selvas tropicales.
Pero la variedad de suelos y climas continuó sorprendiendo a los europeos, todavía a fines del siglo XVIII escribía el padre Joaquín de Finestrad desde Santafé de Bogotá en un informe al virrey de España, que aquí,
"El tiempo de las frutas no estorba el de las flores. En un mismo terreno y clima se observa todo conjuntamente: flor, fruto recién nacido, verde, medio sazonado y enteramente maduro";
Sinembargo, advertía el sacerdote,
"...el estado de sus delicias no deja de sufrir la variedad de sus temples y la inconstancia desagradable del tiempo. Hállanse temperamentos en extremo cálidos, templados y muy fríos."
"...el estado de sus delicias no deja de sufrir la variedad de sus temples y la inconstancia desagradable del tiempo. Hállanse temperamentos en extremo cálidos, templados y muy fríos."
Ahora cinco siglos después, ya sabemos por qué no hay estaciones climáticas, pero no respetamos la geografía. Es cierto "Aún no sabemos vivir en Colombia".
Para Brigitte Baptiste estamos mal adaptados, envueltos en una cultura del desastre que se retroalimenta. A quienes hacen clientelismo político les conviene porque reconstruyen sus clientelas. Y a quienes sufren con la tragedia, también, porque el Estado les pone atención.
No se trata solo de erradicar el narcotráfico porque está acabando con los ecosistemas de páramos -fuentes de agua- y selvas -biodiversidad y aire limpio- además de la violencia y la concentración de la propiedad que conlleva. Además de repensar el modelo de urbanización -secar los humedales- o eso de desviar el curso de los ríos o represarlos para generar hidroeléctricidad.
Todo esto que ya se ha vuelto cuento viejo, nunca ha dejado de ser urgente hay que poco se esté haciendo. En todo caso para avanzar, primero debemos superar la ignorancia sobre la geografía, porque no se trata de ir contra el "progreso", detrás de eso llevamos cinco siglos, sino que para poder progresar "...tenemos que reconocer nuevas formas de vivir en Colombia"
"Ya es hora de que los sectores agropecuario, minero y de infraestructura sepan que nuestra biodiversidad no es un adorno, sino una herramienta para la funcionalidad a largo plazo" concluye la directora del Instituto Humboldt, porque:
"Ya es hora de que los sectores agropecuario, minero y de infraestructura sepan que nuestra biodiversidad no es un adorno, sino una herramienta para la funcionalidad a largo plazo" concluye la directora del Instituto Humboldt, porque:
"Vamos a necesitar muchos desastres para aprender y cambiar."









