lunes, 4 de junio de 2012

Sedadas por Dietas

Cuando leí esta frase me quedé pensando bastante acerca de todo lo que representa en la vida de las mujeres el hacer dieta y acá quiero marcar la diferencia con lo que es un plan de alimentación saludable.
Quiero referirme a la dieta como placebo y tortura de lo femenino. Antes o después muchas mujeres de esta tierra pasan por el proceso de experimentar una dieta, estructurada hasta el límite, excedida en prohibiciones, limitada hasta en lo saludable que paradójicamente vuelve a las mujeres más fuertes, seguras de sí mismas, alteradas hasta el hartazgo, hambrientas patológicas, bellas exultantes y vacías del estómago hasta la mente, porque luego de que cualquier ropa entra y el espejo devuelve la imagen pretendida, el alimento se vuelve una desesperada necesidad, más si está prohibido.
Más que un proceso de aprendizaje, la dieta se transforma en una especie de martirio que expía culpas, que te mantiene a raya dentro de las estructuras estereotipadas de la belleza social, es parte del mandato que impone una cultura frívola en donde el cuerpo es rey o mendigo de acuerdo a sus proporciones.
La dieta se vuelve un fetiche, se vive a dieta, las mujeres un día miran hacia su pasado y el amante fiel ha sido el contador de calorías, el cerrar la boca y sentir hambre se les ha vuelto una constante y la insatisfacción es tan grande que la comida se odia porque contiene todo lo que se quiere, pero no se puede tener, el costo es grande, cuerpos normales o gordos y por supuesto las mujeres de los últimos siglos detestan eso.
Así viven, sueñan y sienten en clave de hambre constante, con los años se desprenden de relaciones perniciosas, de hombres que maltratan, de trabajos que saturan, incluso dan los hijos al mundo para guerras y caminos personales, pero hay algo en lo que no trascienden, en lo que creen fielmente y es en el no comer, rinden culto a las dietas mágicas, son capaces de morir en quirófanos por lonjas de carne que les sobran según su mirada, prefieren el autismo de pastillas paralizantes de neuronas a verse “normales” o con unos “kilos de más”. Se apropian del discurso que las lindas son las flacas y decir fea, en estado de dieta, se pronuncia “gorda”.
Odian ser gordas como la peor calamidad que les puede suceder, algunas llegan al extremo de no comer o vomitar todo, de vez en cuando se desesperan, se atragantan, se comen la vida y luego la escupen por el inodoro. Suponen que la salvación está en no desear, en no querer los alimentos, en moverse constantemente y en reprimir el deseo primario de todo humano que es comer…
Y así transitan el existir, sedadas por la banalidad de creer que un cuerpo exento de aliento, energía, ganas, lejano de kilos y atropellado de dietas, puede ser feliz…

domingo, 3 de junio de 2012

Denunciar para transformar

Cuando las personas se apropian de sus cuerpos, se hacen responsables de los mismos, los defienden de las agresiones, no se vuelven cómplices de los victimarios, no justifican ningún tipo de violencia física, verbal, psicológica o social y es así que suceden hechos que por más duros que parezcan, en realidad tienen un trasfondo muy interesante.
Según los datos oficiales del Plan Nacional Argentina Saludable del Ministerio de Salud, el 49,6% de la población argentina tiene problemas de sobrepeso u obesidad. El Inadi aporta cifras en relación al tema que son alarmantes por un lado y por el otro, aunque suene extraño, muy positivas porque durante el 2012 se incrementaron las denuncias de discriminación por aspecto físico. Mientras que en 2011 hubo una denuncia cada cinco días, durante este año se producen cada dos días, siendo la discriminación laboral, por razones de aspecto físico, la que encabeza las denuncias.
Como anteriormente manifestaba es terrible saber que cada día más personas son discriminadas por gordas, grandotas, por no cumplir con estereotipos que en ninguna parte aseguran la eficiencia, pero lamentablemente en esta sociedad de la imagen todo parece valer, incluso dejar de lado a un ser humano por su tamaño.
Y a pesar de que es tremendo que esto suceda, creo que hay un aspecto muy positivo de la visualización de estas cifras y de esta conducta de denunciar un hecho tan patético como éste, porque la realidad no se cambia si la ocultamos. Hasta hace un tiempo atrás yo manifestaba que está tan avalada la discriminación hacia las personas gordas, que muchos se han acostumbrado a la misma y quienes padecen la obesidad o el exceso de kilos terminan callando estas situaciones porque sienten vergüenza, porque creen que al silenciar pasan más desapercibidos y porque obviamente no quieren ser protagonistas de un hecho tan indigno. El tema es que quien calla otorga, quien permite que estos hechos se oculten se vuelve cómplice y así el mismo discriminado sostiene un sistema basado en que algunos quedan afuera, empezando por ellos.
Cuantas más personas levanten su voz y se dirijan a los organismos correspondientes a hacer sus denuncias, no sólo estarán transformando su realidad, sino que como en una cadena de favores modificarán muchas vidas, más de las que imaginamos y eso les puedo asegurar que desde el inconsciente colectivo se vuelve sanador para toda una comunidad, no sólo para quienes padecen la discriminación, sino también para los que la ejercen.
Debemos dejar de criticar estas situaciones con ira y accionar como corresponde, una persona que discrimina a otra por ser gorda considerando que esta parte de su vida está asociada a todo un espectro de conceptos negativos debe ser denunciada. Ojalá pudiéramos hacer entender a tantos hombres y mujeres que están detrás de puestos de poder que ser gordo no quita absolutamente nada de materia gris, ni te incapacita para moverte, para hacer un trabajo como corresponde. Lamentablemente no siempre tenemos la ocasión, sobre todo porque ante el maltrato que muchos reciben el ser se vuelve vulnerable y para ello está la justicia para poner todo en su lugar y condenar con distintos tipos de acciones a los que tristemente se encuentran incapacitados a ver más allá de los estereotipos

sábado, 2 de junio de 2012

Decidir ser uno

Sinceramente siempre me gusta tomarme el tiempo para agradecer por sus mensajes y mails tan bellos que son un aliento para seguir escribiendo y repensando el tema de ser gordo en esta sociedad que vivimos.
La verdad es que las palabras de Ustedes frente al blog y mi persona son de tanta gratitud que llegan a emocionarme hasta las lágrimas. Muchos me han manifestado que gracias a estos pensamientos han podido mejorar sus vidas y realmente agradezco lo que me dicen, sin embargo quiero gestar una reflexión en función de esto.
Ustedes me agradecen a mí respecto a cambios de actitud y formas de mirarse y tratarse, me hablan de que han transformado su mirada sobre sus cuerpos, lo que realmente me llena de orgullo por ustedes y es allí donde hay que enfocarse. Mis palabras sólo han sido un canal para que ustedes mismas se encuentren completamente a gusto con lo que son, y es a Ustedes mismas que deben agradecer, porque si no existiera la decisión profunda y constante de luchar por sus vida, de amarse a cada segundo, de verse bellas, difícilmente mis palabras tendrían efecto.
Nadie cambia si no lo desea, si no tiene la decisión férrea de hacerlo, por eso aplaudo con gusto y entusiasmo la decisión de transformar sus vidas positivamente. Dejar de ser víctimas y volverse protagonistas del propio existir es honrar cada suspiro, cada mirar, cada huella. Creo que la vida se vuelve más intensa cuando somos capaces de dejar lo malo y áspero que nos toca enfrentar para mirar el lado más amable de todo lo que nos sucede y que en muchas ocasiones perdemos de vista.
Hagamos que cada día sea una celebración, dejemos de permitir que nos afecte el malestar ajeno, si a alguien no le gustamos no es nuestro problema, si los demás suponen cómo deberíamos ser allá ellos con sus teorías, si la belleza no la ven en nosotros está perfecto, el mundo es diverso y seguramente hay muchos otros que entran en sus parámetros, si algunos pretenden darnos recetas para bajar de peso escuchemos con respeto y del mismo modo hagamos saber que nosotros elegimos nuestro modo de alimentarnos, de vernos, de ser y así como no le pedimos a nadie que sea de acuerdo a nuestra forma de pensar, sencillamente solicitamos respeto para nuestra libertad de existir.
Elijamos el camino que nos hace feliz, siempre amándonos con todo nuestro ser y priorizando lo mejor para nuestras vidas…

viernes, 1 de junio de 2012

Acabar con la tragedia

No es una tragedia ser gordo, por más que algunos se empeñen en hacer sentir mal a los que lo son, por más que muchos detestan sus cuerpos y no soportan mirarse, por más que muchos dejan de comer y se maltratan con dietas, por más que la sociedad ha impuesto un modelo de talla que abarca el concepto de belleza estándar, que no incluye a los gordos, serlo no es el fin del mundo.
Podrán pensar que soy conformista, en realidad, me interesa ir un poco más allá o como suelo decir raspar un poco más profundamente. A diario leo comentarios de personas atormentadas por los kilos de más, por sus cuerpos excedidos en kilos, porque no encuentran la posibilidad de ser felices porque el envase con el que vinieron a esta tierra no es el “correcto”. Ser gordo vuele a cierta gente miserable, sienten que cargan con el peor desastre genético, básicamente porque la estética de un gordo no es la aceptada por un imaginario social que uno nunca termina de conocer y la persona gorda se vuelve cómplice en este entramado.
Raras veces leo comentarios conscientes de la problemática de la obesidad, que el cuerpo sufre dolencias, diferentes enfermedades, que el andar se vuelve más pesado y lento, que el hacer cualquier tipo de actividad nos cuesta un poco más, la lista es larga y cada uno de nosotros conocemos bien en lo que nos afecta la obesidad. Pero la realidad es que las personas se preocupan porque ser gordo es una tragedia en cuanto a la visión de la belleza que todos avalan dentro de ese imaginario social que anda sobrevolando las cabecitas y allí es donde se confunde todo.
Ante todo creo en el amor incondicional hacia uno, creo que no todos hemos nacido para ser flacos, la variedad de cuerpos, tamaños, alturas es el claro ejemplo. Cada uno debe aceptar el envase con el que vino a trascender esta tierra y también sostengo que cada uno es responsable de sí mismo. En muchos casos las personas se quejan de estar gordas, pero no paran de comer, uno no puede esperar por obra y gracia divina que caiga un rayo y uno se vuelva flaco. La realidad es que quienes son propensos a engordar deben mantener una alimentación saludable para evitar los excesos de kilos.
Por otro lado están quienes padecen patologías que los llevan a tener graves dificultades con el peso, llega un punto en donde uno vive atormentado respecto a la genética que carga y la cabeza lucha continuamente con un cuerpo que parece no responder a medicamentos o planes alimentarios. Básicamente creo que uno debe dejar de luchar, debe acompañarse más, debe poner amor a la propia vida y tratar de que el camino hacia la sanación sea lo menos doloroso posible, aceptando lo que nos toca y poniendo cada día nuestro granito de arena para mejorar y revertir estas situaciones.
Sobre todo creo que no podemos vivir lo que nos toca como una tragedia constante y encima sumarle torturas de todo tipo de desamor a esto que somos: cuerpo, alma, mente. Por eso creo que hay que dejar de vivir como una tragedia el ser gordo y asumir lo que somos con alegría, desde allí, con buena energía hacia cada célula nuestra podemos comenzar las transformaciones que queremos.
Y les dejo esta pregunta, ¿cómo podemos llegar a ser felices si no hay una cuota de buena estima hacia todo lo que somos?